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Atardece en Tonel. Cuando las últimas olas han sido domadas y la tabla descansa en la arena, llega ese instante en el que el cielo se adueña de todo. La luz se desvanece lentamente, dejando paso a un azul profundo que se funde con los tonos dorados del horizonte. La luna creciente aparece discreta, como testigo silencioso del final de la jornada.
Es el momento más íntimo del día. El viento se calma, el cuerpo todavía siente la sal y la energía del mar, pero la mente empieza a desconectar. Solo queda mirar al cielo, respirar hondo y dejarse llevar por la quietud que envuelve a quienes entienden que, después del surf, el verdadero regalo es este: Atardece en el fin del mundo, Sagres.